viernes, 26 de noviembre de 2010

El Dios Mercado

¿Quién es Dios?. No importa mucho. Lo importante son las consecuencias que tienen sus preceptos para los creyentes (y para todos los demás). Pero los dioses no hablan, unos humanos se nombran interpretes de sus designios.

Igualico igualico que “los mercados”. ¿Qué es eso de que “los mercados piden" que se haga tal o cual reforma?.
Sus sacerdotes, los mercaderes financieros, como otros mercaderes, se limitan a querer ganar cuanto más mejor. Siempre ha sido así.

Bien es cierto que con demasiada frecuencia prefieren, para ganar más dinero, que los demás humanos estemos en mayor disposición de dárselo. Eso sería lo único que “hablarían” los mercados.

Por ejemplo. ¿Dónde está la urgencia de sacar ya la reforma de las pensiones? Al fin y al cabo, los únicos perjudicados, si no se hacen algunos retoques, serían los futuros beneficiarios que verían disminuir sus prestaciones dentro de muchos años. (asunto este que nadie dudará que le importa un pimiento a los especuladores financieros). Entonces, ¿dónde está la urgencia en relación con nuestra crisis de estos días?. Los interpretes-sacerdotes del nuevo Diós en lo que están pensando es en aprovechar el follón para meter afilado cuchillo en los billones de las pensiones. Quieren que crezca cada vez más la opción de las pensiones privadas. No hay más.

Los defensores del sistema siempre nos han dicho que los mercaderes mueven los bienes y servicios actuando como reguladores y facilitando el acceso a los mismos. Pero viene ocurriendo (y es una de las causas de la crisis) que se han adueñado del terreno de juego unos mercaderes especiales. Mueven sólo el dinero y sus derivados. LA CRISIS DE UN PAÍS ES UN GRAN NEGOCIO.

Todos los días los voceros de la derecha hablan de que la razón de nuestros males es que tenemos deudas y por tanto tenemos que atenernos a lo que nos pidan los prestamistas. Pero hay más de cien países en el mundo que no son Alemania, que tienen debilidades, y eso no significa que, en lugar de facilitar que las superen, deban ser arruinados por unos que, además, se lucran en la operación.
Los mismos inútiles que dieron créditos sin ton ni son y no pronosticaron nada de lo que ha ocurrido, nos dan las recetas (para algunos son “ordenes”) para garantizarse su mayor tajada. No importa que esa tajada sea nuestra ruina.

En España, políticos que alababan como ejemplo el modelo Irlandés tienen la desfachatez de mantener alternativas neoliberales para nuestro país y, en clara sintonía con los especuladores, hacen declaraciones que ponen incluso en cuestión la transparencia de las cuentas nacionales. Eso lo hacen para dañar a su bestia negra ZP, pero también para poder justificar, si llegan al poder, medidas más drásticas con la excusa de que “se han encontrado con una situación peor de lo esperado”.
Vomitivo.

Y ese ZP dorándoles la píldora que quieren hacernos tragar.

¿Votarán los ciudadanos mirando por sus intereses?.

jueves, 4 de noviembre de 2010

la estupidez de los apellidos

La propuesta de cambiar el orden de los apellidos me parece una estupidez.
Los nombres (y los apellidos) están, por un lado para distinguir y, por otro, para identificar a las personas.
Eso exige un criterio estable, de modo que cualquiera puede identificar que soy hijo de un Nolla y una Fernández, y que soy hermano de mis hermanos.

¿Que se gana con perder eso?

Si los que sustituyen por una política de gestos la auténtica batalla por la igualdad, están tan preocupados, que se cambie el actual orden y se ponga primero el apellido de la mujer. Sería incluso lógico, pero lo propuesto es una estupidez.